La esencia no directiva del coaching en los procesos de enseñanza-aprendizaje
Coaching en el ámbito educativo
Comprender la necesidad de potenciar, a través de procesos de aprendizaje no-directivo, las capacidades innatas y creativas de los niños y niñas.
4 minutos.
Foto (CC BY 4.0): "Education Blank Template" de Chris Potter
GARRIDO, GUZMÁN, M., y LEDESMA ÁLVAREZ, D., "La esencia no directiva del coaching en los procesos de enseñanza-aprendizaje" [en línea]. International Non Directive Coaching Society, 2015. [fecha de consulta DÍA de MES de AÑO]. Disponible en http://www.internationalcoachingsociety.com/la-esencia-no-directiva-del-coaching-en-los-procesos-de-ensenanza-aprendizaje
Cuando reflexionamos sobre la esencia no directiva del coaching, caemos en la cuenta de su idoneidad y aplicación en el ámbito educativo con el fin de obtener lo mejor del alumnado. En numerosas ocasiones, se escucha en la comunidad educativa que un docente tiene como misión fundamental guiar y acompañar a sus alumnos y alumnas para que descubran y desarrollen todo su potencial. Si aceptamos la idea consistente en que todos nosotros tenemos un potencial mayor que el que normalmente demostramos en nuestras actividades diarias, y que dicho potencial no depende de que otra persona nos transfiera su conocimiento o experiencia, sino de un proceso de indagación y de expansión de nuestro nivel de conciencia encaminado a la acción, no cabe duda de que dicha idea nos lleva a aceptar una realidad, a saber, que todos y todas nosotros poseemos un conocimiento en estado latente que sólo necesita las condiciones de posibilidad adecuadas para que salga a la luz.
Teniendo en cuenta lo anterior, los principios del coaching conciencia, autocreencia y responsabilidad (Ravier, 2005), nos permitirían alcanzar varios objetivos en el alumnado: mejorar su autonomía, ampliar su autoconocimiento, descubrir y desarrollar sus capacidades y habilidades (para qué sirven), favorecer una adecuada gestión y resolución de los conflictos que se producen en las relaciones con los otros compañeros, entre otros. Todo ello, podemos suponer con sentido común y sin miedo a equivocarnos, tendrá un impacto positivo en el rendimiento académico y en el clima de las aulas y de los centros educativos.
La pregunta que nos hacemos en esta reflexión es, pues, ¿cómo podemos aplicar el coaching, en su esencia no directiva, en los procesos de enseñanza-aprendizaje en el ámbito educativo?
En la mayoría de ocasiones, ya se trate de niveles educativos de la enseñanza primaria o secundaria, o incluso de niveles universitarios, el alumnado pregunta qué tiene que hacer y cómo hacerlo en todo momento. Son preguntas naturales que surgen en la mente de los y las estudiantes cuando se enfrentan a situaciones nuevas y totalmente desconocidas. Es un hecho evidente que, en el ámbito educativo, son necesarias pautas e indicaciones a la hora de estudiar ciertas materias para conseguir las diferentes competencias curriculares. Sin embargo, si se quieren fomentar competencias como las del trabajo autónomo, el trabajo colaborativo y en equipo o la capacidad de aprender a aprender, tan necesarias y fundamentales hoy día en un mundo que cambia a la velocidad de internet, las indicaciones o pautas específicas directivas sobre el cómo realizar las tareas nos alejan del camino adecuado para desarrollar dichas competencias.
Los procesos de enseñanza-aprendizaje que se producen diariamente en los centros educativos, difieren mucho de la no directividad en el coaching. Estamos de acuerdo en que, en los procesos de enseñanza-aprendizaje, se requiere de una transferencia de conocimientos y/o de experiencias. No obstante, pensamos que esta condición no es incompatible con los principios básicos del coaching y que, además, hay un abuso de su uso.
¿Qué nos impide hacer reflexionar al alumnado para que encuentre la solución, o las soluciones, a las situaciones-problemas que se le plantean?
Aceptamos con naturalidad, y como un factor necesario en los procesos de enseñanza-aprendizaje, que todo docente debe enseñar algo, ser referente de conocimiento y/o el guía que facilita a los discentes alcanzar las competencias y conocimientos que el currículum educativo exige. Sin embargo, el cómo hacerlo, la metodología que utiliza y los procesos de comunicación con sus estudiantes, aún están lejos de asemejarse a los principios del coaching no directivo. Es cierto que estilos de enseñanza como el descubrimiento guiado, estilos creativos y de libre indagación y exploración están presentes en el sistema educativo desde hace años. También, no es menos cierto que a los docentes suele parecerle más sencillo el uso de estilos directivos por varias razones, entre las que destacamos las siguientes: mayor control de las interacciones en clase, simplicidad de los procesos comunicativos al ser éstos básicamente unidireccionales, creencia basada en el rol asignado al docente como figura de autoridad, supuesta facilidad para transmitir los conocimientos y llegar a las soluciones con mayor eficiencia al reducir los plazos de tiempo.
Estas razones pasan por alto las fases fundamentales por las que debe pasar una persona para adquirir un conocimiento verdaderamente significativo y útil para su vida, ya que anulan de raíz su potencial capacidad de búsqueda y de creatividad.
Empezar a utilizar la no directividad en los procesos de enseñanza-aprendizaje dentro del sistema educativo puede y debe hacerse desde edades muy tempranas. La escucha activa, el espejar y la formulación de preguntas abiertas a los y las estudiantes, son algunos aspectos claves que ayudan a profundizar en el conocimiento tácito (Ravier, 2015). Es así como el alumnado desarrollará competencias claves, algunas ya comentadas, como son la autonomía en el aprendizaje, la toma de decisiones, la resolución de problemas, la curiosidad, la creatividad y el placer por descubrir y construir su propio conocimiento.
Por poner un ejemplo muy sencillo, y con el que muchos de nosotros nos podemos identificar, en el momento en que un niño/a con lápiz y papel pregunta “¿qué pinto?”, puede optarse, en vez de darle directamente la idea, por devolverle la pregunta “¿qué quieres pintar?”. De este modo, se fomentaría que, cuando estos niños/as lleguen a la edad adulta, tengan una autonomía, iniciativa y creatividad mucho mayores de la que suelen mostrar en muchas ocasiones en su etapa adolescente o universitaria, donde esperan que el docente les de las recetas de su aprendizaje, esperando únicamente recibir las indicaciones precisas y concretas.
Por lo tanto, ¿qué nos impide adoptar el modelo no directivo del coaching en nuestro modelo educativo?
Para ello, la escucha activa, la formulación de preguntas abiertas y sobre todo la paciencia son vitales en todo proceso educativo. Hay que evitar, en la medida de lo posible, que el docente diga qué y cómo se tienen que hacer las cosas como si de una norma que rige y dirige metodológicamente el proceso de enseñanza-aprendizaje se tratara, apostando decididamente por dejarlos indagar y hacerles reflexionar.
Desde nuestro punto de vista, los principios del coaching no directivo tienen cabida dentro del modelo educativo. Más aún, deberían tomar un papel vital en los procesos de enseñanza-aprendizaje para que así los y las estudiantes conozcan cuáles son sus potencialidades, favoreciendo, de este modo, su desarrollo madurativo y su crecimiento personal.
Por supuesto, el desarrollo evolutivo del niño hay que tenerlo en cuenta, pero la capacidad de reflexión ha de trabajarse, con las adaptaciones oportunas, desde edades tempranas. De lo contrario, estaremos educando a niños y niñas con una limitada autonomía y una escasa o nula libertad intelectual.
Referencias bibliográficas:
- RAVIER, L. (2005). Arte y Ciencia del Coaching. Su historia, filosofía y esencia. Dunken: Buenos Aires
- GONZÁLEZ, L. F, (2015). “Entrevista a Leonardo Ravier” [en línea], International Non Directive Coaching Society, [fecha de consulta 03 de 05 de 2015]. Disponible en http://www.internationalcoachingsociety.com/entrevista-a-leonardo-ravier