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Notas de actualidad

Declaraciones del biólogo Humberto Maturana

by Espinosa Cifuentes Enrique22 enero, 2016
Overview
Tema

Opinión sobre la reciente declaración de Humberto Maturana sobre su no relación con el "Coaching Ontológico"

Objetivo

Contribuir en la reflexión sobre la historia y esencia del "Coaching Ontológico"

Tiempo de lectura

3 minutos

Créditos

Foto (CC BY-SA 4.0): "Speak Up" de Mustafa Khayat.

Citar artículo

ESPINOSA, E., "Declaraciones del biólogo Humberto Maturana" [en línea]. International Non Directive Coaching Society, 2016. [fecha de consulta DÍA de MES de AÑO]. Disponible en http://www.internationalcoachingsociety.com/humberto-maturana/

El jueves 21 de enero de 2016 (ayer), la revista Capital publica una entrevista al Dr. Humberto Maturana Romesín, en la que el destacado científico y filósofo chileno declara no tener nada que ver con el Coaching Ontológico [ver entrevista aquí]

Capital se define a sí misma como “la primera revista chilena orientada desde una perspectiva integral a hombres y mujeres de negocios, ejecutivos y profesionales”.

En verdad no es la primera vez que Maturana se desliga públicamente del Coaching Ontológico, que surgió por la iniciativa –originalmente política— de Fernando Flores, ministro del gobierno de Salvador Allende en los años 70, y de sus discípulos Rafael Echeverría y Julio Olalla.

En parte de la entrevista publicada por Capital, Maturana dice:

El riesgo de los actos del habla es que los puedes transformar en instrumentos de manipulación, más que en responsabilidad de tu quehacer. El  ‘coaching ontológico’ ha terminado en un modelo donde la persona desaparece. Se erige como un manual con los pasos a seguir. Las grandes escuelas de pensamiento de Europa han dejado atrás el concepto de coach no sólo porque tiene algo de conspirativo, de manipular al otro, sino también porque crean una cierta dependencia”.

Advierto en esta declaración dos conceptos fundamentales: la manipulación de las personas y la desaparición de la persona. La manipulación es un acto ligado al aspecto emocional de las personas, una de las tres áreas de la persona humana según la Ontología del Lenguaje. No tengo tiempo ni espacio aquí para referirme extensamente a las posibles causas de la manipulación que a través de los años he advertido en innumerables casos de Coaching Ontológico personal y grupal. Tengo la impresión de que muchos coaches manipulan a sus clientes sin darse cuenta de que están manipulando. Puede deberse a la casi nula formación en psicología y ciencias de la conducta que obtienen en las escuelas de formación.

En cuanto a que “la persona desaparece”, entiendo que Maturana se refiere a la distinción de Rafael Echeverría del “ser ontológico” y la “persona” (Ontología del Lenguaje, p. 174 ss.). El “ser ontológico” es el humano abstracto, impersonal, el que tiene “una forma común de ser” con nosotros y todos los demás, al que escuchamos interpretándolo (“vivimos en mundos interpretativos”) sobre la base de lo que tiene en común con nosotros, y construyendo historias en nuestra mente respecto de él (“escuchar es oír más interpretar”). La “persona” de este modo, con esta escucha, desaparece. Lo que la persona dice no es lo que ella quiere expresar, sino lo que el coach escucha mediante sus supuestos interpretativos. “Al mismo tiempo que somos seres ontológicos –dice Echeverría—somos personas diferentes, somos individuos muy diferentes”. En la práctica, de acuerdo con mis observaciones, el coach ontológico no escucha a la “persona”, porque no está entrenado para ello, porque desconoce las técnicas de la escucha fenomenológica que se practica, por ejemplo, en la psicología Gestalt y en el coaching Europeo de esencia humanista y no directiva.

Escribo estas líneas con el ánimo de contribuir al análisis del asunto planteado por Maturana, y con el propósito de aportar a la profesión del coaching Ontológico. Puedo añadir fundamentos a quienes se interesen en conocer el tema, sin ánimo de controversias.

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Espinosa Cifuentes Enrique
ARGENTINA // Carlos Enrique Espinosa Cifuentes nació en Santiago de Chile, donde realizó sus estudios primarios, secundarios y universitarios, los cuales concluyó en la ciudad de Chillán, en la Universidad Adventista. En la actualidad reside en San Salvador de Jujuy, en el Noroeste de Argentina. Ha trabajado durante 30 años como Profesor de los niveles terciario, universitario y de posgrado, en Argentina, Chile, Perú, Brasil, EE.UU. y Filipinas, ocupando diversos cargos académicos y de administración educacional: Profesor Adjunto y Profesor Titular universitario, Decano de Facultad y Vicerrector de Extensión. Alternando con sus trabajos docentes y de investigación, en los últimos 20 años se ha desempeñado como coach personal y organizacional, conferencista internacional, comunicador social, periodista y editor. En los Estados Unidos obtuvo el Doctorado en Filosofía en 1988, en un programa de 4 años dirigido por el belga Raoul Dederen. Su tesis se enfoca en las bases filosóficas del concepto de verdad y error en Hans Küng. Aparte de la filosofía, Enrique tiene una Licenciatura en Teología (Argentina) y un diplomado en Periodismo (Chile). Es Practitioner de PNL (ARA Global University), Gestaltista (CGSI), Coordinador de Filosofía para Niños (CIFiN, Buenos Aires), Máster en Coaching (Coaching Corporation, Madrid, bajo Leonardo Ravier) y Máster Coach Ontológico (AACOP). Tiene formación en Gestión por Procesos y en Gestión de Calidad. Es estudioso autodidacta de Física Cuántica y Neurociencia. En la actualidad dirige la Consultora y Escuela de Coaching Profesional SINERGIA ART COACHING ARGENTINA.
9 Comments
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  • 22 enero, 2016 at 11:27

    Un par de cosas.
    La primera que me parece que hay que leer la entrevista. Creo recordar una edición de la Ontología del Lenguaje en cuya introducción aparecía una disculpa de Echeverría por no haber citado en los agradecimientos a los autores de trabajos de los que se había servido… A mí esto, tengo que reconocerlo, siempre condicionó la recepción del texto y restó credibilidad al autor. Ahora, leyendo la entrevista, parece posible ratificar esas impresiones.
    Es duro, no tanto por el caso de Echeverría, que es muy notable, como por la frecuencia con que me he encontrado en situaciones como las que describe Maturana.
    La segunda y sobre el tema de la persona, el coaching no puede quedarse en una técnica, una mera forma de hacer. Tal vez sea ése el sentido que tiene afirmar que el ontológico se olvida de la persona…
    Yo coincido con Maturana en este asunto, pero creo que es más fácil que el rollo de Echeverria del “ser ontológico”, que me parece más bien que lleva a la “persona que se pregunta por el ser”.
    El asunto yo lo veo más en la línea de la transferencia a lo lingüístico de lo personal, cuando viene a decir que somos seres lingüísticos y sobre todo que el lenguaje es transformador, y lo ilustra con un ejemplo un tanto chusco en el que uno le pide matrimonio a otra y sostiene Echeverría que es el lenguaje el que opera el cambio, el que hace la transformación, como si el sujeto que habla y el que escucha no tuvieran más papel que dejarse hacer.
    A mí me cuesta mucho leer a Echeverría. A veces he pensado que se me escapa. Ahora creo que al fondo de la maraña conceptual, su esquema es muy simple y muy en la línea del modelado de la realidad por la PNL.
    Con ánimo de contribuir.
    Gracias por el enlace.

    • 25 enero, 2016 at 10:50

      Juan, considero que muchos de los “filósofos oscuros”, no lo son por “ideas complejas” sino por sus “contradicciones internas”. Rafael tiene muchas contradicciones no resueltas en su pensamiento, las cuales muchos coaches ni siquiera se las plantean, y repiten conceptos simples y equivocados que derivan fácilmente en prácticas no solo ineficientes, sino además inmorales. El problema de fondo, desde mi perspectiva, radica en el “relativismo moral” de la filosofía que sustenta al “coaching ontoógico” (y ojo, que Maturana no es ajeno a haber contribuido a ello; más allá de la descontextualización o mal uso que hicieron Flores o Echeverría de sus ideas).

      • 25 enero, 2016 at 14:01

        Gracias Leo. Mis reservas respecto al enfoque filosófico de Echeverría no tiene tanto con ver con que se trate de una “filosofía oscura”; yo lo describiría más bien como “superficial y enmarañada” . Pero además, tendría que hacer un verdadero alarde de imaginación para considerar filósofo a este autor y filosofía a la doctrina en la que sustenta el coaching ontológico. Él mismo viene a confesarse algo así como un “intruso” en la filosofía, reconociéndose más bien sociólogo.
        Con él, tengo la impresión de que toma una o dos ideas de cada filósofo, desde Parménides hasta Heidegger, Austin o Chomsky, y las utiliza para construir, o justificar, sus postulados, pero sin haber profundizado lo suficiente en estas filosofías y sin haber captado lo sustancial del nesaje de cada una.
        Así por ejemplo, desde una perspectiva filosófica, cuando habla del “desplazamiento ontólogico” yo diría que incurre en oxímoron; esta expresión es inaceptable en filosofía, porque “el ser” sólo puede desplazarse hacia el no ser, pero no es éste el sentido que él da a la expresión, que, eso sí, queda muy chula y da buenos titulares.
        Yo creo que todas las inconsistencias de la ontología del lenguaje tienen más que ver con su formación de base, no porque sea en sociología, sino porque en ella ha primado el marxismo. Él declara que “fue” marxista, pero me da la impresión de que tampoco leyó a Marx ni tiene una noción completa de su antropología, o sea que también aquí se maneja con trazas.
        Dicho de otro modo, es muy difícil partir de una doctrina basada en el materialismo para abordar, por ejemplo, el asunto del alma humana y él lo hace. Y por eso sólo lo puede hacer en la forma del relativismo moral, en la teoría y en su propia práctica, en efecto bastante indecorosa.
        Perdona el rollo. Si crees que merece la pena puedo tratar de sacar un rato para profundizar en el asunto.

      • 25 enero, 2016 at 21:17

        Gracias Juan. Creo que sí merece la pena que dediques un tiempo a publicar algún artículo (sin importar la extensión) sobre lo que comentas. Sería la primera vez que leeríamos sobre las inconsistencias, superficialidad y/o enmarañamiento de la “ontología del lenguaje” que sustenta al “coaching ontológico”. Además, coincido contigo, creo, en tu percepción sobre su posición (respecto a su pasado marxista, el problema del “desplazamiento ontoógico” y su análisis materialista del alma).

      • 1 febrero, 2016 at 14:40

        Me pongo con ello, con calma, y a ver qué puedo hacer.

      • 25 enero, 2016 at 23:06

        Hola Juan: Me animo a comentar lo que escribes porque concuerdo en grandes líneas contigo. Yo obtuve mi doctorado en filosofía en Míchigan hace más de 20 años. En ese tiempo leí material de Echeverría proveniente de Newfield, que luego incliyó en su libro Ontología del Lenguaje. En ambos casos no pide dejar de ver inconsistencias internas en sus argumentos. Por ejemplo, rechaza la racionalidad como característica esencial del humano, pero sus argumentos intentan ser racionales (filosóficos). Plantea que uno escucha bien al otro cuando escucha lo que el otro no dijo, y luego afirma que si no escucho lo que el otro realmente ha querido decir (más allá de mis supuestos) le falto el respeto. Quiere terminar de plano con la filosofía de Parménides, Sócrates, Platón y Aristóteles, y no repara en el hecho que Heráclito se opuso a la metafísica estática de Parménides, y que la incompatibilidadentre “ser” (Parménides) y “devenir” (Heráclito) fue resuelta por Aristóteles con su concepto de “modos de ser” que van modificándose en cada individuo a medida que vamos pasando de potencia a acto, ciclo éste que es interminable mientras vivimos en este único mundo (Aristóteles rechaza la idea de dos mundos de Parménides y Platón). En fin son sólo ejemplos entre los muchos casos de un tratamiento de la historia de la filosofía que en la “Ontología del Lenguaje” me parece sesgado y superficial. Saludos!

      • 1 febrero, 2016 at 15:05

        Gracias Enrique. Celebro encontrar a otro filósofo dedicado al coaching que además se une a la crítica (que en un sentido filosófico sabes bien que no es necesariamente censura) de los postulados de este autor.
        Creo que se puede hablar de una corriente de reacción o revisión de la filosofía clásica, que la limita a Sócrates, Platón y Aristóteles, Edward De Bono lo afirma explícitamente, que resulta desesperante por su carácter reduccionista.
        Esto yo creo que se da por igual en el campo académico, donde parece que sólo cabe ser aceptado como filosófico lo analítico.
        Yo tengo la impresión de que este énfasis racionalista y reductor conduce a laberintos en los que sólo es posible perderse, pero siempre quiero ver, en quienes parecen buscar una salida, una inquietud amable, un cuestionamiento, si se quiere ingenuo, del status quo. Desde esta perspectiva procuro moderar el juicio, bien entendido que un planteamiento radical seguramente fuese más efectivo.

  • Ruth Aponte
    24 enero, 2016 at 15:57

    Y esto esta enfocado mas a la practica del coaching. Sin embargo seria importante saber todo lo que pasa una persona para convertirse en Coach Ontologico. La exploracion de sus mas intimos recuerdos para producir su propio quiebre. Util? Depende de cada quien. A la final lo que si prevalecera siempre es que lo que opines sera solo tu juicio y tus creencias manifestadas.

    • 25 enero, 2016 at 23:14

      Hola Ruth: Una persona llega al coaching Ontológico desde distintas experiencias de vida, desde distintas formaciones previas, con distintos trabajos personales, etc. Además, hay escuelas y escuelas de Formación en Coaching, con diferencias importantes en muchos sentidos. Es indudable que todos tenemos juicios (opiniones diversas), y también es cierto que podemos hacer afirmaciones dentro de determinados sistemas de verdades aceptadas, por ejemplo, que una molécula de agua está formada por dos átomos de Hidrógeno y uno de Oxígeno, allí no dependemos de opiniones. Tampoco es muy opinable referirse a los hechos de la historia de la filosofía; puedo simpatizar o no con Descartes, o con Nietzsche, pero no puedo dejar de referirme a hechos que pueden ser verificados como verdaderos o falsos.

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