Respuestas a preguntas abiertas en el debate "Desafío coaching 360" moderado por Fernando Saenz Ford y celebrado el día lunes 12 de diciembre de 2016.
Clarificar cuestiones abiertas en el debate que no han podido ser atendidas por falta de tiempo o que quedaron sin contestar y nos resulta importante clarificar.
15 minutos
1:30 (video sobre estatua de la libertad)
Foto (CC BY-SA 4.0): "Maestros del coaching" de Coaching Global.
RAVIER, L., "Intercambio de miradas sobre coaching" [en línea], International Non Directive Coaching Society, 2016. [fecha de consulta DÍA de MES de AÑO]. Disponible en http://www.internationalcoachingsociety.com/intercambio-de-miradas-sobre-coaching
1. Introducción
El pasado lunes 12 de diciembre de 2016 he participado en un debate (quizá el primero de su tipología) organizado por “Desafío coaching 360” y moderado por Fernando Saenz Ford (Fundador de Coaching Global), en el que tres panelistas (Pepe del Río, IAC; Daniel Rosales, FICOP y Leonardo Ravier, INDCS) con diferentes miradas respecto del coaching, hemos respondido a tres preguntas básicas sobre el pasado, presente y futuro de la disciplina o profesión, manteniendo, a la vez, un intercambio sobre los que nos une y nos diferencia.
En el debate se nos hicieron tres preguntas.
- Primera pregunta: ¿Qué es coaching y qué distingues de la clase de coaching particular que haces y representas? ¿Cuáles son las raíces que cada uno de ustedes reconoce o distingue en el coaching?
- Segunda pregunta: ¿Para qué sirve el coaching hoy? ¿Cuál es la preocupación que tienes en relación a dónde está el coaching hoy?
- Tercera pregunta: ¿De qué nos tenemos que hacer cargo hablando del futuro? ¿Cuál es el llamado que le puedo hacer a la comunidad mundial del coaching?
Quisiera aclarar en este artículo, aquellos aspectos que no he podido contestar dentro de la dinámica de las respuestas aportadas por cada uno, ya sea por falta de tiempo o por pasarme desapercibido en la dinámica. Entiendo que puede ser útil como complemento ex-post al debate mantenido.
2. Respuesta a los asuntos abiertos en el debate y no atendidos
Asunto I: En el debate se manifestó que el coaching no es una “relación de ayuda” (expresión que yo utilicé como parte de mi definición) sino que es una “relación de soporte”.
Creo que esta distinción es simplemente un juego semántico innecesario. Todo soporte es “apoyo o sostén”, es decir, sirve de “ayuda” a quien sin dicho “soporte, apoyo o sostén” no podría avanzar en las mismas condiciones. Negar que el contrato y acuerdo de coaching se realiza para ofrecer algo que la persona no podría obtener solo, implicaría negar el valor propio del coaching. Entiendo perfectamente lo que motiva a buscar un término distinto al de “ayuda” para el coaching (he mantenido este tipo de discusiones en otros tiempos con otros coaches), sin embargo, científica y empíricamente no podemos escapar a su uso, o esquivar las implicancias propias de ayuda que se dan en cualquier relación de coaching, y dentro de cualquiera de las escuelas o líneas. Si bien el coachee (cliente) es responsable del contenido del proceso de coaching, el hecho de que los coaches seamos expertos del proceso implica precisamente, que ahí radica el fundamento de nuestra ayuda (que como bien ha quedado claro, incluso en el debate, mi posición es que el coaching es un proceso de ayuda no directivo).
Asunto II: Se comentó, al pasar, de manera muy imprecisa, que John Whitmore o yo mismo hemos dicho algo sobre el autocoaching.
Desconozco qué dice John Whitmore sobre self-coaching. En mi caso, hace ya 8 años expliqué que tal cosa como el coaching a uno mismo no existe (ver aquí). Al menos no en los términos en los que yo defino el coaching.
Asunto III: Se ha expresado la idea de que el coaching es directivo dado que “la dirección la lleva el cliente” y el coach es simplemente un acompañante.
Nuevamente estamos ante un juego semántico. Existen dos maneras de expresar la metodología de la esencia del coaching según nuestra posición mantenida en el debate. La primera es verlo como un proceso autodirigido, y la segunda como un proceso no directivo. Ambas son válidas. Sin embargo, la primera hace referencia a lo que hace el coachee (cliente), y la segunda hace referencia a lo que no hace el coach. Efectivamente, tal y como explico en mi último libro “Coaching no directivo. Metodología y práctica”, la dirección la pone el cliente, y el coach solo puede acompañar adecuadamente bajo la metodología no directiva. El centro del coaching definido como método no directivo, está precisamente en lo que debe o no debe hacer el coach. Por tanto, en ningún momento, al definir al coaching como no directivo, se ha dicho que esto implica ausencia de dirección, más al contrario, que se trata precisamente de potenciar o catalizar (a través de la no directividad) la autodirección del cliente (que implica, además, autoaprendizaje, autogestión o autorregulación).
Asunto IV: Aparentemente se ha querido dar a entender que el coaching (sin negar la influencia del pensamiento europeo) tiene su origen en Norteamérica. Más concretamente en San Francisco, California, Palo Alto (entre los años 60’s-80’s).
No hay ninguna duda de que el instituto ESALEN (que no se ha mencionado en el debate, pero que es un claro ejemplo de dicho movimiento) tuvo una fuerte influencia en la divulgación y desarrollo de lo que posteriormente se denominó coaching. Sin embargo, resulta necesario aclarar que Estados Unidos en general ha sido cuna del libre pensamiento durante muchísimos años, y que el origen de dichas ideas, en el caso del coaching europeo humanista es esencialmente, como lo indica su nombre, europeo.
Expongo a continuación algunos pocos ejemplos. El método socrático (Grecia), las teorías de aprendizaje intelectivo y proto-praxeológico de Platón y Aristóteles (Grecia); el método fenomenológico de Husserl (filósofo moravo, nacido en Friburgo, Alemania), la filosofía existencialista de Kierkegaard (Dinamarca), Hiedegger (Alemán) o el de Sartre (Francés), entre muchos otros; la psicología humanista (que surge de la intersección entre la filosofía existencialista y el método fenomenológico, ambos esencialmente europeos) partiendo de la influencia de Otto Rank (Viena) en Carl Rogers, Alfred Elder (Escocia), Roberto Assagiolli (Italia) o Viktor Frankl (Viena); El Juego Interior de Tim Gallwey, a su vez estuvo influenciado por Carl Rogers (que si bien es americano, su pensamiento deriva de las influencias mencionadas), así como de una filosofía oriental centrada en el conocimiento interior), y finalmente el Coaching de John Whitmore, Graham Alexander y Alan Fine (los tres de Inglaterra) que fueron quienes realmente transformaron o evolucionaron desde El Juego Interior al coaching, introduciéndolo en las organizaciones.
Asunto V: En un momento se comentó la idea de Viktor Frankl respecto de crear una estatua de la responsabilidad. Ahí comenté que se estaba juntando fondos para su creación, y dije que era una especie de monumento en “espiral”.
En mi recuerdo tenía esa figura “espiral” del proyecto de la estatua de la responsabilidad, que en realidad es un monumento de dos brazos entrelazados. Conocí este proyecto de la mano de Jesús Paniagua, especializado en logoterapia. Aquí les dejo los datos, para quienes tienen curiosidad al respecto: http://responsibilityfoundation.org/
En el siguiente video puedes conocer el proyecto y la influencia de Viktor Frankl en el mismo (si quieres donar para el proyecto, hazlo aquí):
Asunto VI: Se hizo referencia a que la transferencia es un término “muy psicoanalítico”, y se expresó la idea, complementaria, de que incluso en coaching no directivo hay transferencia que se produce por la sola presencia del coach. La idea transmitida fue que, “aunque no queramos, siempre hay transferencia”.
Tal y como explico en la quinta respuesta a las críticas más comunes manifestadas a nuestra propuesta “Esta crítica está basada en una confusión respecto del concepto de no directividad” (Ravier, Coaching no directivo…, p. 127).
Nunca hemos utilizado el término transferencia en sentido psicoanalítico, ni lo hemos relacionado con la influencia inconsciente. Es precisamente al contrario, cuando hablamos de transferencia nos referimos al modo consciente de ayuda basado en el paradigma de que el otro necesita lo que yo tengo, y por tanto en el acto deliberado de procurar dar al otro lo que yo entiendo le será útil respecto del contenido tratado en el proceso de coaching. Me limitaré a citar un extracto de mi libro, donde precisamente contesto a esta objeción.
Reconocemos que siempre puede existir más o menos influencia en cualquier tipo de relación (incluidas, lógicamente, las del coaching). Y, además, reconocemos que en todo proceso de coaching hay dirección. El punto es que el concepto de no directividad no está relacionado ni con la influencia ni con la ausencia de dirección. Por un lado, la influencia que puede existir en una relación de coaching es inconsciente y no sucede bajo una intención, deliberación o acto consciente por parte del coach en dicha influencia. Esta inevitable influencia en un coach profesional bien entrenado es insignificante y no afecta al proceso no directivo del coaching (Ravier, Coaching no directivo..., p. 127).
Asunto VII: Se expresó la idea de que mi entendimiento de la no directividad es radicalmente distinto del propuesto por John Whitmore, Graham Alexander o Alan Fine, y que esto debería haber sido expresado en mi libro.
Lo que se ha llamado “radical diferencia” nosotros lo vemos como una extensión, evolución o sistematización de lo que iniciaron las tres personas citadas. Además, sí lo hemos expresado, creo que, suficientemente, en el libro. Hago expresa referencia a las tres personas citadas en el capítulo “Del Juego Interior al coaching no directivo”, y dentro del subepígrafe “John Whitmore, Graham Alexander y Alan Fine, los inicios del coaching no directivo”. Además menciono a otros coaches como Myles Downey o Bob Thomson que también han adoptado la no directividad como núcleo fundamental del coaching.
Así es como expreso, explícitamente, que entre las personas citadas, mantenemos diferencias:
Existen otros coaches, como nosotros mismos, que, después de haber sido influenciados directamente por ellos, estamos desarrollando y sistematizando esta emergente disciplina. En este sentido, es importante aclarar que la no directividad en el coaching no es una metodología cerrada o acabada, y la perspectiva tanto teórica como práctica de esta varía según qué autor o coach la explique y practique. Lo que no se debe perder de vista es que, aun reconociendo las diferencias existentes entre todos los que formamos parte de esta línea, escuela o tradición, todos, sin excepción, entendemos que la esencia, núcleo y fundamento del coaching radica en su no directividad. (Ravier, Coaching no directivo..., p. 104).
He conocido en persona a todas las personas citadas, a excepción de Alan Fine y Bob Thomson (con este último he mantenido un corto intercambio por email respecto de la no directividad). Y he visto en persona cómo realizan coaching algunos de ellos (Ej.: Graham Alexander o Myles Downey), así como me he formado en reiteradas ocasiones con John Whitmore, y mantengo una relación de amistad con Tim Gallwey (con quien he mantenido extraordinarias conversaciones versando sobre la esencia del coaching, El Juego Interior, sus relaciones, y evoluciones). Por tanto, puedo afirmar que no hay una radical diferencia en nuestras formas concretas de aplicarlo, aunque sí tenemos diferencias tanto teóricas como prácticas (algo que, por otro lado, resulta inevitable que así sea).
Jamás he presentado, ni he pretendido presentar, mi posición no directiva, como la única válida o superior a otras. De hecho, siempre he mantenido que pertenezco a una tradición que evoluciona a lo largo de los años. Podríamos decir que formo parte de una “segunda generación” dentro de la tradición del coaching no directivo, y como tal, considero normal y necesaria la evolución que nos lleva en algunos aspectos a un “alejamiento” en varios puntos respecto de quienes fueron mis maestros. Mi pensamiento no es igual al de ninguno de ellos, y precisamente mi último libro es un intento de sistematización metodológica que he reconocido como ausente hasta la fecha.
Asunto VIII: Se ha manifestado que he dicho una falacia al expresar lo siguiente en mi libro: “En un lado del extremo, está la escuela norteamericana (que ha evolucionado del sistema 5×15 de CoachVille al actual IAC Coaching Masteries de la International Association of Coaching), que carece de un verdadero cuerpo teórico-metodológico y tiene una visión del coaching utilitarista y absolutamente despreocupada del valor real de la no directividad (…)” (Ravier, Coaching no directivo…, p.106). Y se añadió que la IAC sí tiene una metodología, aunque no como la del GROW o el Coaching Sistémico.
Creo que esta afirmación merece una clara respuesta, dado que si nos remitimos al significado literal del término, se me ha acusado de engañar, defraudar o mentir con intento de dañar a alguien. Me gustaría pensar que se ha escogido, inconscientemente, un adjetivo inadecuado (esto suele pasar en los debates). Por otro lado, no tengo inconvenientes, si alguien me muestra mi error, en reconocerlo y cambiar mi posición. En todo caso, aquí dejo una clara y explícita respuesta a la acusación realizada.
Primera parte de mi afirmación:
“En un lado del extremo, está la escuela norteamericana (que ha evolucionado del sistema 5×15 de CoachVille al actual IAC Coaching Masteries de la International Association of Coaching)… (…)”
1º. Las 15 competencias (proficiencies) del Sistema 5×15 de Coach Ville fueron adoptadas por la IACC (cuando se denominaba International Association of Certified Coaches): Ver archivo, 2002.
2º. Aquí se puede ver cómo en el 2004 aún la IAC (ahora denominada International Association of Coaches) seguía manteniendo las 15 competencias (proficiencies): Ver archivo, 2004.
3º. Lo indicado en los puntos 1º y 2º continuó hasta diciembre del 2007. En el siguiente enlace se puede ver la convivencia y reemplazo de las 15 proficiencies con/por las nuevas 9 masteries, cuando la asociación ya se denominaba International Association of Coaching: Ver archivo 2007. (en enero de 2008 las proficiencies ya serían reemplazadas por las masteries).
4º. En 2008 yo presentaba (en inglés) una comparativa de competencias entre ICF, las antiguas competencias de IAC y las nuevas maestrías (recuerda que hoy la asociación se sigue llamando International Association of Coaching): Ver archivo, 2008.
Por tanto, la primera parte de mi afirmación es cierta. Existe una evolución dentro de la IAC, que ha pasado desde el reconocimiento, aplicación y exigencia de las competencias (proficiencies) del sistema 5×15 de Coach Ville de entonces a las 9 maestrías actuales (masteries).
Segunda parte de mi afirmación:
“(…) que carece de un verdadero cuerpo teórico-metodológico (…)”
Cuando se indica al G.R.O.W. como referencia del método del coaching no directivo, se comete un error conceptual. Cuando hablamos de “cuerpo teórico-metodológico” nos referimos a la articulación teórica de la metodología que fundamenta la práctica de la profesión. El GROW es simplemente una estructura abstracta de conversación que para aplicarse correctamente debe realizarse bajo la metodología no directiva. En otras palabras, la descripción teórico-metodológica va más allá de las competencias, de los procedimientos del proceso o de las estructuras de conversación. Implica una articulación científica del método utilizado.
Por tanto, cuando afirmo que la IAC aún hoy carece de un “verdadero cuerpo teórico-metodológico”, no hago referencia a la ausencia de descripción de competencias, procedimientos, etc., sino a una argumentación científica explícita del método que propone.
Por otro lado, es insuficiente simplemente afirmar que la IAC sí tiene dicho cuerpo teórico-metodológico (lo que hizo el ponente) sin ofrecer una articulación y argumentación de la misma; y más inadecuado es aún juzgar mi afirmación como falaz dadas estas ausencias.
Tercera y última parte de mi afirmación:
“(…) y tiene una visión del coaching utilitarista y absolutamente despreocupada del valor real de la no directividad (…)”
Si uno analiza el tipo de coaching americano (en general) y el de Coach Ville e IAC en particular (según ha ido evolucionando, tal y como he demostrado), verá cuán influenciado se encuentra por el utilitarismo (ver propuesta de Jeremy Bentham y sus implicancias en la cultura norteamericana). Se puede o no estar de acuerdo con esta afirmación, pero no es aceptable catalogarla de falaz sin más. Además, y aunque esto no es un argumento en sí mismo suficiente, no soy el único que ha hecho afirmaciones similares (ver Steven Berglas o Carlos Herreros de las Cuevas en mi libro “Arte y ciencia del coaching. Su historia, filosofía y esencia”, 2005, [2012], pp. 151-153, 277-284)
Respecto a la despreocupación del valor real de la no directividad, el propio ponente afirma que las maestrías surgen de “ver lo que hay en el fondo de una sesión de coaching de excelencia, independientemente de la modalidad que pueda haber tenido la persona que está brindando la sesión”, y agregará que en IAC “Hay coaches ontológicos, hay coaches no directivos, hay coaches sistémicos, hay coaches de todos lados”. La pregunta obligada que uno debe hacerse al respecto es ¿qué criterio se ha utilizado para definir una sesión de excelencia? ¿cuál es el marco teórico-metodológico sobre el cual se ha definido una sesión de excelencia? Y si existen sesiones de excelencia más allá del método (sea ontológico o de otras escuelas o líneas), ¿no implica esto, precisamente, que hay elementos que prevalecen en IAC por sobre el método utilizado? Todo lo que demuestra lo expuesto en el debate, respecto de IAC, es que se ha ido transformando, en todo caso, en una asociación con fines “integralistas” (tal y como sucede con ICF). En este sentido, es muy probable que IAC, entonces, comience a defender un tipo de coaching ecléctico (que es muy común en el mundo del coaching en general), y que también cae en contradicciones insalvables (ver mi tercera respuesta a las críticas más frecuentes al coaching no directivo, página 125) precisamente por su despreocupación metodológica intrínseca.
Pero el asunto es más sencillo de analizar, ¿dónde aparece expresada explícitamente la preocupación por la no directividad, en la IAC actual? ¿cuáles son los indicadores que velan por dicha metodología en sus certificaciones?
Asunto IX: Aparentemente se ha pretendido rebajar la importancia del análisis histórico del coaching, así como del conocimiento teórico de sus máximos exponentes (ej.: el pensamiento de Rafael Echeverría) y de cualquier libro de coaching, aludiendo a que cuando son contratados como coaches nadie les pregunta si son ontológicos, si leyeron a Echeverría, o si están certificados por IAC o ICF.
Coincido con el hecho, más no con la interpretación. Cuando uno va a un psicólogo, o contrata un formador, asesor o consultor, normalmente no le realiza, tampoco, ese tipo de preguntas. Primero porque no sabríamos hacerlas (no somos expertos en la materia sobre la cual consultamos), y segundo, porque uno presuponemos que dichos profesionales están preparados, informados y se dedican a perfeccionarse en conocimientos, teorías y prácticas. Que los clientes no le pregunten a uno el tipo de coaching que realiza, no implica que como profesional del coaching tenga el deber de estar informado, formado, preparado e instruido en todo lo relacionado con su profesión o disciplina.
Nuestra responsabilidad como coaches no es solo atender las demandas explícitas, sino también realizar una labor pedagógica respecto de la realidad de la profesión. De lo contrario, por omisión contribuimos a la desinformación y la ignorancia. He aquí la labor fundamental del académico del coaching más allá del elemento o labor puramente profesional.