Creatividad y Coaching No Directivo
Creatividad y Coaching No Directivo
Reflexiones acerca de las similitudes entre el proceso creativo tal como lo describe Goleman y el modelo GROW para la conversación de coaching que popularizó John Whitmore, desde la perspectiva del Coaching No Directivo.
3 minutos
SÁNCHEZ-MOTA, J., "Creatividad y Coaching No Directivo" [en línea], Jose Sánchez-Mota. Coach, 2015. [fecha de consulta 18 de marzo de 2015]. Disponible en http://www.sanchezmota.com/2015/03/18/creatividad-y-coaching-no-directivo/ (CC BY-SA 4.0).
Foto (CC BY-SA 4.0): "ld World Inspirational Sign" de Nicolas Raymond.
Las citas de otros autores se reflejan en el texto como enlaces o a pie de página.
SÁNCHEZ-MOTA, J., "Creatividad y Coaching No Directivo" [en línea], International Non Directive Coaching Society, 2015. [fecha de consulta DÍA de MES de AÑO]. Disponible en http://www.internationalcoachingsociety.com/creatividad-y-coaching-no-directivo
¿Cómo se relaciona un coach no-directivo con la creatividad de su cliente?
¿En qué se diferencia de como lo hace un coach directivo, un consultor o un terapeuta?
Tenía yo estas preguntas rondándome de tanto en tanto por la cabeza cuando me encontré con estos párrafos mientras releía un libro de Goleman (1), pequeñito, aunque muy interesante:
“Puede que haya oído usted hablar de un modelo clásico de la creatividad con cuatro fases (que tiene más de un siglo de antigüedad); es el siguiente.
En primer lugar, uno define el marco del problema. Mucha gente asegura que uno de los rasgos de un genio en un campo concreto es que logra ver problemas y obstáculos y hace preguntas que nadie más ve o plantea. Así pues, lo primero es encontrar y definir el problema creativo.
En segundo lugar, hay que sumergirse en el asunto, escarbar a fondo. Reunir ideas, datos, información, todo lo que pueda ayudar a dar con una solución creativa.
La tercera fase no resulta muy intuitiva para algunos: consiste en dejarse ir. En relajarse sin más. Las mejores ideas se tienen en la ducha, de paseo o de vacaciones (2). En este caso, el autodominio consiste en saber cuándo relajarse y como conseguirlo.
La cuarta y última etapa es la ejecución; por descontado, muchas grandes ideas fracasan en este momento porque no se aplican adecuadamente”
No sé a ti, pero mientras leía esto se me vino enseguida a la cabeza otro modelo bien conocido y del que te he hablado hace poco: el modelo GROW para la conversación de coaching.
Voy a ver si soy capaz de mostrarte, de forma sintética, esos paralelismos tal como los vi.
En el modelo que cita Goleman “lo primero es encontrar y definir el problema creativo” que es exactamente por donde empezamos cuando preguntamos al cliente por su meta (Goal), por aquello que quiere obtener de esta sesión y del proceso.
“En segundo lugar, hay que sumergirse en el asunto (…) Reunir (…) información (…)”. Y esto es lo que hacemos cuando exploramos la Realidad. Pero ¿qué realidad exploramos, la que ve el cliente o la que yo veo a través de su relato?
Un aspecto clave que diferencia al coach no-directivo en su aplicación de este modelo o estrategia, según queramos verlo, es la aplicación de tres competencias específicas del enfoque no-directivo:
La primera de las competencias del coach no directivo es la capacidad de observar y escuchar de forma limpia, sin poner nada de su parte, con una actitud que los clásicos griegos llamaron epojé y que se caracteriza por una “suspensión del juicio” acerca de lo que se observa. Más adelante los fenomenólogos a partir de Husserl lo llamaron “poner entre paréntesis” las propias opiniones acerca de lo observado. Esta actitud del coach no directivo es esencial a la hora de trabajar con las metas y con la realidad del cliente, sin contaminaciones procedentes de lo que el coach “sabe”, ni de sus juicios u opiniones. Lo que cuenta es la mirada del propio cliente sobre sus metas y su realidad.
La segunda competencia del coach no directivo es convertirse en un espejo de lo observado. Pero no un espejo como esos cóncavos, convexos o irregulares que distorsionan la imagen por su propia estructura. Se trata de ser un espejo limpio que devuelva lo mismo que recibe. Aquí el coach no directivo dice a su cliente lo que ha oído y observado sin poner ni quitar nada y sin juicios u opiniones. Y lo verificamos preguntando al cliente. Nos aseguramos así de que efectivamente estamos trabajando con lo que es significativo para el cliente, a la vez que le informamos de nuestro respeto por su autonomía y nuestra confianza en su capacidad.
La tercera competencia del coach no directivo es hacer preguntas que tengan sentido en el contexto del propio cliente y a través de las que pueda reflexionar sobre su realidad de formas nuevas y encontrar sus propias respuestas que, probablemente, también serán nuevas. Esta es una competencia que, como las anteriores, se aplica no sólo en el establecimiento de metas y exploración de su realidad por parte del cliente, sino a lo largo de todo el proceso.
Continuemos con el paralelismo. “La tercera fase (…) consiste en dejarse ir” y es una de las formas de las que es posible explorar Opciones. Para no interferir en ese espacio en el que el cliente “se deje ir” es fundamental que el coach no directivo ponga en juego una capacidad que Julián López González eleva (muy acertadamente en mi opinión) a la categoría de “Competencia Envolvente”: La capacidad del coach de esperar a su cliente. La describe así
La Espera en Coaching, es la competencia basada en tener confianza suficiente en el Cliente, como para Respetar y Ser Paciente con sus tiempos naturales de respuesta, dentro de los tiempos establecidos en la sesión: Es decir:
1. Esperar pacientemente la duración de los silencios o latencias cuando el Cliente está reflexionando.
2. Esperar pacientemente el tiempo que dure la exposición del asunto, siempre y cuando esté enfocada al motivo de la reunión/sesión.
Y te recomiendo que leas su entrada completa, creo que pone en valor esa capacidad de “dejar ir” al cliente en su proceso creativo, sin llevarle de la mano a ningún lugar por más que nosotros creamos que es bueno para ir. No estamos aquí para enseñar al que no sabe; eso, por respetable y bueno que nos parezca, no forma parte de las misiones del coaching. Por eso es tan importante que los coaches nos entrenemos en estar cómodos en los silencios que se producen en la sesión.
“La cuarta y última etapa es la ejecución”, que se superpone sin mucha dificultad con nuestra W del diseño de acciones (What), la voluntad (Will) de llevarlas a cabo y las decisiones acerca de quién (Who) y cuando (When). Y de nuevo se trata de las acciones, la voluntad y los tiempos sean los del cliente.
Y éste es, muy en resumen, el proceso por el que el coach no directivo facilita y acompaña el proceso creativo y estimulante del pensamiento y la acción de su cliente. Una parte de las claves del coaching no directivo radica en la capacidad del coach para responderse a preguntas interesantes, como por ejemplo
¿Cómo puede el coach no directivo hacer todo esto sin interferir?
¿Cómo puede facilitar sin influir?
(1) Goleman, Daniel. El cerebro y la inteligencia emocional: nuevos descubrimientos. Ediciones B. Barcelona 2012. Pág. 31.
(2) Dijksterhuis, Ap et al., “On making the right choice: The deliberation-without-attention effect”, Science.